jueves, 14 de marzo de 2019

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR

Una máquina de escribir es un ingenio mecánico, electrónico o electromecánico con teclas unidas a los caracteres de escritura. Al pulsar dichas teclas se inicia el mecanismo que consigue imprimir la letra, número o símbolo en un papel.


Evolución de la máquina de escribir

De hecho, la máquina de escribir no fue necesidad sentida; ni lo largo del XVIII ni siquiera a principios del XIX se pensaba en ella como sustituto de la pluma. La pericia de los amanuenses, capaces de escribir con hermosa letra y rapidez casi taquigráfica la hacía innecesaria.

Napoleón admiraba la habilidad de sus secretarios, alababa a sus escribanos Bourrienne y Meneval, de quienes decía: “Son máquinas de escribir”; a menudo los retaba a escribir tan rápido como él dictaba, y nunca consiguió ganarles.

Parece que la primera persona en utilizar una máquina de escribir fue la condesa italiana Carolina Fantoni en 1808. La condesa era ciega y el inventor Pellegrino Turri construyó para ella un artefacto con el que podía escribir sin tener que confiar sus secretos a nadie, ya que sus cartas de amor eran de tono subido.

Otra máquina de escribir fue patentada por el norteamericano William Austin Burt en 1829 con el nombre de tipógrafo: un artilugio inútil ya que había que pasar el papel a mano porque carecía de dispositivo para correr el papel tras escribir la letra.
Todo aquello no era sino una colección de trastos de ninguna utilidad práctica. Fueron los estadounidenses Cristóbal N. Sholes y su ayudante Carlos Gliddende Wisconsin, los que idearon un modelo de máquina de escribir aceptable.
El artilugio se le ocurrió a Glidden por casualidad; al principio buscaban un modo mecánico de numerar las páginas de libros, una paginadora, y cuando lo lograron Glidden pensó que por qué no escribir también letras. Así nació el primer modelo.
Un invento del pasado
La máquina de escribir ha hundido ya su proa en el pasado; es Historia. Su fin llegó de repente, fue fulminante. Cuando parecía que ya no era posible llegar más lejos, en ese momento justo llegó su condena a muerte: el ordenador, nuestro cotidiano PC, abreviatura del sintagma inglés personal computer, era su verdugo. Hay quien se aferra a las viejas máquinas en actitud romántica de fidelidad extrema; pero es ya solo un culto al pasado.

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